Cuando la ropa se subleva no hay nada que hacer.
Sale de los armarios en batallón y gana posiciones velozmente. No se arredra ante cómodas, sofás o mesas. Inunda los muebles hasta que pierden la forma ahogados bajo montañas de tela.
La batala es ardua y exige la entrega total de miembros y sentidos. Pero la recompensa será épica:
Un Nuevo Tratado de Economía Doméstica
y
La Paz de los Armarios