Sólo hay dos mujeres mirando hacia arriba, lo que hace aún más extraño la ausencia de movimiento al pie de las Torres.
— Lo que yo no sé es como ha podido caer por dentro, si dicen que se ha tirado.
El chico que pide con su Farola plastificada en mano repetía un gesto a alguien grueso, enchaquetado y exageradamente alto. El mismo gesto que hacen los niños del bloque vecino para anunciar que van a saltar a la piscina.
Hubiera querido verlo, muy ruinmente.
Del mismo modo en que aborrezco a mis vecinos en verano.