De repente se te ocurre que esas antiguas tardes perezosas de sofá a la sombra de una palmera de chocolate no volverán nunca más. Y te da un poquitín de pena. Una pena muy ridícula. Y muy poquita.
Elena García de Paredes
De repente se te ocurre que esas antiguas tardes perezosas de sofá a la sombra de una palmera de chocolate no volverán nunca más. Y te da un poquitín de pena. Una pena muy ridícula. Y muy poquita.